El salto de Dani Gimenez

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Dani Gimenez festejando el título en la intimidad del vestuario.

Sueños, frustraciones y como llegar a lo máximo partiendo desde cero. El segundo entrenador español del Al-Ahed repasa su largo camino al éxito desde los cines de Barcelona al Kuala Lumpur Stadium.

Imaginen que antes de cumplir los treinta ya tienen un trabajo estable, un futuro promisorio y una cierta tranquilidad financiera que les permite darse algún pequeño lujo y no depender de nadie. Son independientes en una etapa donde la mayoría aun está tratando de descifrar cual es el siguiente paso. Ahora bien, imaginen que de buenas a primeras elijen despojarse de todo eso en busca de algo distinto, en busca de un sueño que muchos creen un poco menos que imposible. Una locura sin lugar a dudas. Pero la valentía a veces requiere un grado de inconsciencia. A veces solo es cuestión de dar un salto de fe.

Hasta hace un tiempo la vida del español Daniel Gimenez transcurría por esos carriles de cierta estabilidad y algo de insatisfacción. Desde muy chico comenzó a trabajar en una cadena de cines muy conocida de Europa y con tan solo 21 años había ascendido a la categoría de gerente (el mas joven de todo el continente). Antes de cumplir 25 ya tenía a su cargo varias salas en Barcelona y Bilbao, y todos lo señalaban en la compañía como una «estrella en ascenso».

Pero los designios de la cabeza son algo misterioso. Cuando uno cree que tiene todas las respuestas aparecen nuevas preguntas: ¿Que estoy haciendo con mi vida? ¿De veras quiero ser gerente de una empresa? ¿Quien demonios soy yo? En un momento determinado Gimenez entendió que su verdadera vocación era ser entrenador de fútbol. Dejar atrás su bien remunerado empleo y lanzarse a la aventura no le supuso mayor problema, lo mismo que realizar los tres cursos UEFA. Pero mas temprano que tarde descubriría que el camino al éxito se pavimenta de varios sinsabores.

Hoy, siendo parte integral del cuerpo técnico que llevó al Al-Ahed de Líbano a conquistar la AFC Cup, el entrenador español hace un repaso de los primeros años de su carrera y reflexiona sobre las dificultades que deben enfrentar aquellos que intentan meterse en el «mundo del fútbol».

Después de 8 años trabajando en varios cines de Barcelona y Bilbao llegué a un acuerdo para dejarlo todo y estudiar los tres niveles como entrenador de fútbol y empezar a trabajar a tiempo completo de esto. Ahora bien, trabajar no significa vivir del fútbol. Mis primeros años los pasé realmente mal, ya que mi salario era ridículo, pero yo tenía claro que quería vivir de mi pasión y estaba preparado a sufrir lo que hiciera falta por cumplir mi sueño.

En el verano de 2015 un compañero que vino a trabajar para unos campus en Líbano me puso en contacto con el manager de Salam Zgharta. Este quería un entrenador español para el filial del club que competía en Tercera División y que a la vez coordinara la Academia. No lo pensé dos veces y me fui sin hablar inglés, francés o árabe. En aquel entonces yo solo hablaba español y catalán pero en España la competencia es muy alta, hay entrenadores realmente buenos y ex jugadores de fútbol que tienen cierta ventaja sobre el resto. Así que si era realista conmigo mismo, si quería vivir del fútbol tenía que irme lejos de mi tierra y empezar una carrera desde cero.

Lamentablemente para Dani pronto descubriría el lado oscuro del fútbol. En el Salam solo estuvo una temporada en la que el club prácticamente no le cumplió nada de lo que le había prometido. Para colmo de males su oferta para el segundo año fue: «Tenes que entrenar a mas equipos pero te tenemos que bajar el salario». Ante este panorama funesto el español pensó seriamente emprender el regreso a casa.

Mi primer año aquí fue muy duro. Muchas veces lloraba en mi habitación al final del día, no fue nada fácil. Estaba a punto de irme de vuelta a España pero en el momento justo varias academias contactaron conmigo, así que acepté una oferta de Beirut, ahí fue cuando cambió todo. Cuando empecé a trabajar en la capital mi nombre empezó a ganar fuerza y la gente valoró mi labor. Como ya hacía en España, me pasaba los fines de semana conduciendo de un lado a otro para grabar equipos rivales, ver entrenamientos, lo que hiciera falta. La gente empezó a “etiquetarme” en redes sociales y a pedir que me pusieran como entrenador en las categorías inferiores de la selección nacional.

A pesar de que durante un tiempo se rumoreó sobre su posible ingreso como entrenador en la federación libanesa la oferta nunca se concretó. Aun así la semilla ya había sido planta y muy pronto Gimenez tendría su gran oportunidad.

Bassem, mi buen amigo

Con el pasar de los meses Daniel se fue haciendo conocido en la capital libanesa no solo por andar cámara en mano filmando cuanto partido se esté llevando a cabo sino también por sus logros en juveniles (entre los que se cuenta una Beirut Cup, un torneo sub-15). A la par de esto comenzó a concurrir a los entrenos del Al-Ahed en calidad de observador, y fue en esas sesiones de observación donde empezó a dialogar largo y tendido con el entrenador del equipo Bassem Marmar. Pronto la buena química entre ambos posibilitó que Dani diera el siguiente paso.

Un día decidí hacer un informe de un equipo rival de primera división. Al-Ahed se enfrentaría a este equipo en dos semanas y yo pedí a una televisión sus tres últimos partido. Los analicé, preparé un informe y se lo presenté al cuerpo técnico. El Head Coach me dijo que aplicarían todo lo que propuse en el informe. Fui a ver el partido. Empezaron perdiendo 1-0 tras un córner. Recuerdo que un amigo libanés vino conmigo y le dije: acabarán ganando 1-5, ya verás. El resultado final fue de 1-6 y se proclamaron campeones de la liga 2018/2019.

Meses mas tarde, mientras seguía su tarea en las academias de Beirut, Marmar se contacto nuevamente con el para integrarlo a su equipo de trabajo. Si bien al comienzo la paga no era mucha – Dani era un «agregado» al presupuesto anual – el DT del Al-Ahed le comentó cual era su objetivo principal: la AFC Cup. Hasta ese momento solo dos equipos libaneses habían llegado a la final del torneo (el Nejmeh en 2005 y el Safa en 2008) pero en ambos casos acabaron perdiendo. Lograr la copa sería un hito para el fútbol local.

En julio Bassem contactó conmigo y me dijo: «no podemos pagar mucho pero te quiero conmigo, quiero que nos ayudes a ganar la AFC Cup y a organizar las categorías Sub-15, Sub-17 y Sub-19». Me dio la cifra (bastante modesta), dije que sí, pero que la prioridad sería la academia para la que trabajo porque me pagaban más. Dijo que sin problema, que no viajaría con el primer equipo para evitar conflictos. Empecé a trabajar con ellos, cada día asistía los entrenamientos a pie de campo junto a él, me preguntaba y le daba mi opinión.

Preparé mi primer informe oficial para un partido que teníamos en Arabia Saudí para la “Arab Cup” y me preguntó si quería viajar con ellos. Dije que sí. Perdíamos 3-0 pero se dio todo lo que habíamos imaginados durante el partido. El equipo rival (Al Ettihad) tienen un presupuesto 15 veces mayor que el nuestro y llegaron a las Semifinales de la última Champions League de Asia. El partido de vuelta lo empatamos 0-0 en casa. Ahí me dijo: quiero que viajes con nosotros en todos los partidos y que te concentres en el hotel con el equipo la noche antes de partido de liga libanesa. Ganamos la final de la Supercopa Libanesa, ganamos nuestro primer partido de Liga, semifinales de AFC Cup y la final.

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Al-Ahed derrotó en la final de la AFC Cup al 25.4 FC de Corea del Norte. Este es el primer titulo internacional para un equipo del Líbano.

Més que un club

Al-Ahed no es un club mas dentro de Libano. El equipo tiene fuertes vínculos con el Hezbollah, un partido político y organización representativa de la rama Shia o chiita del Islam. Desde su fundación en 1982 a esta parte la agrupación a estado en el centro de la polémica y ha sido acusada de varios atentados terroristas, entre los que se cuentan la voladura de la Embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994 ocurridos en nuestro país.

Los nexos entre la escuadra y el partido político nunca han sido probados completamente (el primer ministro israelí Netanyahu incluso llegó a decir en la ONU que debajo del estadio había un silo de misiles escondido) aunque no es casual que la camiseta del Al-Ahed sea amarilla (como la bandera de Hezbollah) o que el líder del grupo Hassan Nasrallah felicite públicamente al equipo cada vez que consigue un título. Aun así Dani ofrece una mirada opuesta y nos habla de un club en donde la política queda fuera del campo de juego y solo importan los resultados.

Al-Ahed es simplemente un club de fútbol. Tiene vínculos con Hezbollah, pero en el día a día yo no lo percibo, vestimos de amarillo y poco más. Al-Ahed es conocido en el país por ser el club más respetuoso y con mas valores. Lo que pase en la política ni lo sé, ni me importa. Conmigo se han portado como nunca nadie antes pese a que yo sea cristiano y jamás he visto algo raro en mi día a día allí. Trabajamos duro, muy duro para mantenernos ahí arriba.

Siempre digo que los jugadores de este club tiene algo que nunca antes había visto en ningún otro lado (España o Líbano). El espíritu con el que juegan, la garra, las ganas, no sé cómo describirlo la verdad, hace que sean imparables. Son guerreros pero no en un sentido agresivo, al contrario. Luchan y juegan para la camiseta, por el escudo. Y claro está, tienen un nivel futbolístico más que correcto.

Futuro

Tras la conquista del título de la AFC Cup las puertas se han abierto para el entrenador español. Atrás quedaron los días de zozobra y dudas en la soledad de su departamento de Zgharta. Ahora Dani Gimenez es un nombre reconocido dentro del ambiente del fútbol libanes y las ofertas no han parado de llegar pero el no quiere apurar un proceso. Recientemente ha sido confirmado como segundo entrenador del Al-Ahed y planea seguir creciendo dentro del club.

Pero el enriquecimiento no ha sido solo laboral. Libano le ha dado las oportunidades que en España se le negaban simplemente por no venir del ambiente del fútbol. Y en eso ha tenido mucho que ver lo personal.

Extraño España, por supuesto que sí, pero aquí soy feliz, realmente feliz. Mi mujer Cynthia Maalouf es libanesa, una persona increíble y gracias a ella estoy donde estoy porque siempre me ha ayudado en todo. Ella me grababa los partidos el año pasado cuando entrenaba la sub-15. Lluvia, frío, sol, no importaba el qué, allí estaba ella con la cámara y siempre me decía: «te ayudaré hasta que consigas tu sueño de entrenar en primera». Increíble. También fue de gran ayuda mi amigo Ali Haydar que siempre estuvo presente en los momentos mas duros pero también en los mas felices. Y por supuesto el head coach Marmar quien creyó en mi y me permitió crecer a su lado.

Lo que estoy viviendo ahora es solo gracias a ellos. Ellos me han cambiado la vida. Así que se merecen todo mi respeto y pese a que he recibido ofertas muy buenas por llegar a la final de la AFC Cup y después de ganarla, por ahora seguiré haciendo carrera en Al Ahed. Cuesta mucha encontrar estabilidad en este mundo del fútbol y gente que crea en ti.

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